Era en tiempos de Felipe González, con el socialismo en pleno auge.
En aquel momento, yo me encontraba en plena vorágine de la crianza de mi hija de dos años y mi hijo de cuatro; absorta de pies a cabeza en un sinfín de tareas cotidianas. Me resultaba muy difícil, y a menudo imposible, contar con tiempo para otras cosas que no fueran los niños o el trabajo doméstico asociado a aquellas dos personitas tan encantadoras pero que, para mi sorpresa, no me dejaban un minuto libre.
Fue casualidad que en mis manos cayera el llamamiento que desde las secretarías de CCOO y UGT se hacía a todas las mujeres para participar en aquella huelga.
De los inconvenientes que me suscitó aquella convocatoria nació este artículo publicado el día 3 de diciembre de 1988 en la Voz de Avilés, con el seudónimo de Clara.
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